Este pasado verano trajo a Ribadeo muchos visitantes -creo que más que nunca-, pero nos arrebató a dos ribadenses especiales, porque eran muy activos y porque no pasaban desapercibidos. Me refiero a Alfonso Rodil y a Secundino Balsa, que fallecieron repentina y prematuramente, el primero en julio y el segundo en agosto.
Tuve más relación con Alfonso, sobre todo en la época en la que compaginó su trabajo en el hotel Ros Mary con su faceta de corresponsal de prensa, además de miembro de varias comisiones organizadoras de diferentes festejos en Ribadeo. Fruto de esas labores sabía numerosas anécdotas, que contaba con gracia, y además tenía ocurrencias como referirse a los turistas domingueros de playa que consumían poco como “os que veñen co caldo en botellas”.
A Secundino lo conocí sobre todo en su faceta de pescadero, atendiendo a la clientela con su simpatía habitual, y también me hacía gracia encontrarlo por las calles de Ribadeo, andando o en patinete, saludando a todo el mundo.
Julio Iglesias, que está de actualidad porque acaba de cumplir 80 años, canta “las obras quedan las gentes se van. Otras que vienen las continuarán. La vida sigue igual”. En algunas ocasiones eso puede ser cierto, pero ahora en Ribadeo no, porque sin Secundino y Alfonso la vida no será tan divertida, sobre todo en Carnaval. A ver si hay muchos que continúen sus obras para que el Entroido ribadense de 2024 sea grande y sirva de homenaje a estos dos vecinos especiales.