A nadie se le escapa que aquel famoso “sorpasso” ocurrido en Barreiros en las elecciones municipales de 2019 fue consecuencia de un clima enrarecido: un alcalde popular excluído hasta por los suyos, un equipo socialista débil y una estructura nacionalista combatiente y entusiasta que se erigía como la gran rebelión contra un alcalde que había puesto en duda la confianza de todo un pueblo. Votar al BNG era darle a aquel gobierno donde más le dolía. El pueblo disparó con convencimiento y ahí ocurrió ese sonado “sorpasso” que pusó la alcaldía en las manos de la joven histórica nacionalista: Ana Ermida.
¿Cómo pudo cambiar entonces tan radicalmente el sentimiento político e ideológico de un pueblo gobernado desde siempre por la derecha y ultraderecha? ¿Cómo pudo pasarse este al otro extremo? Simplemente, esto no pasó. No existió tal cambio de mentalidad, aquel trasvase de votos PP-BNG fueron simplemente una venganza, una forma de hacer limpieza. A la corriente de apoyo que fueron consiguiendo por motu propio los nacionalistas, entre simpatizantes, convencidos y nuevas generaciones que no apoyan modelos antiguos, se sumó el descontento de la derecha que buscaron forzar esa limpieza interna en el partido de sus ideales, dejando fuera de juego a un alcalde que los avergonzaba.
La victoria del BNG en las municipales de 2019 no fue unilateral y únicamente fruto del trabajo de esta formación. Fue una dicotomía entre eso y una derrota del PP. Lo uno sin lo otro probablemente no hubiera ocurrido. De haber entonces una opción popular fuerte y con aire fresco, el cambio de gobierno sería dudoso. Y de no haber entonces una alternativa en la oposición fuerte y convincente, tampoco.
Entonces, cuatro años después, ¿cómo analizamos los resultados de las recientes elecciones? ¿Quién ha ganado en Barreiros? O mejor dicho, ¿quién ha perdido?
Los socialistas: en el equilibrio, y con tan sólo un pie.
Los populares: se refuerzan, pero no convencen.
Los nacionalistas: resisten, sin más.
Ante una caída en picado del PSOE a nivel general, la formación barreirense estuvo a tan sólo 9 votos de no tener representación, con la consecuente pérdida del gobierno BNG-PSOE y con una nueva mayoría absoluta del PP, ganada por tan sólo esos 9 votos más. Obtuvieron, aunque algunos menos, prácticamente el mismo número de votos que hace cuatro años. Cuando uno de los grandes partidos a nivel general convence tan, tan poco a nivel local, es para analizarse, reflexionar, actuar y cambiar.
La formación nacionalista obtuvo un 1,7% menos de votos que en 2019, y los populares un 2,84% más. Y así a priori podríamos concluir que los populares han ganado y los nacionalistas han perdido.
Pero nada más lejos de la realidad, y los populares debieran ser cautos en cantar victoria: a nivel general el Partido Popular está siendo la fuerza que arrasa, y a nivel municipal, los populares barreirenses escucharon el mensaje que el pueblo les lanzó y se pusieron manos a la obra en renovar prácticamente al completo su candidatura para convencer de nuevo a esos suyos que les habían castigado hace cuatro años. Barreiros no conoció en cuarenta años otro gobierno que no fuera de derechas, y hasta los puestos en la alcaldía parecían sucesiones propias de la era medieval. Cuando con tal bagaje de años en el poder con mayorías absolutas, una memoria reciente, un pueblo claramente identificado con la ideología que prodigas, y no se nos escape, con un aumento de la población censada mayoritamente no gallega y que, obviamente, no empatizará con una ideología nacionalista de izquierdas, convences tan sólo a unos pocos más y con un margen tan pequeño con respecto al otro partido más votado, no debes considerarlo un triunfo. No lo es.
Y como tampoco es, por supuesto que no, un triunfo de los nacionalistas. Cuando consigues el poder, y además con más votos que tu principal opositor y entonces partido gobernador, has de tener cautela y no pensar que esos votos son todos tuyos. Y así se ha demostrado. ¿Ha perdido votos el BNG? Obviamente, si. ¿Ha perdido adeptos el BNG? No, no eran sus adeptos. Eran adeptos resentidos de los populares que han considerado oportuno volver a poner el poder en manos de los suyos porque habían aprendido la lección y renovado (en parte) sus filas. Su confianza volvía a estar ganada, o al menos, una nueva oportunidad. Obviamente el BNG habrá perdido votantes descontentos con su gestión, pero eso forma parte de la historia y ocurre en todas partes y con todos los gobiernos. ¿Podríamos concluir que el BNG ha perdido estas elecciones en Barreiros? Rotundamente, no. Ha conseguido capear la situación y mantener entre sus votantes a una buena parte de barreirenses que consiguió hace cuatro años y que han valorado para bien su gestión. Pero tendrá que trabajar internamente en pensarse a sí mismo como partido y como gobierno porque obviamente no las tenía todas consigo. Seguir en la misma senda dándolo todo por hecho es condenarse a estar en una oposición mayoritaria en el futuro.
En conclusión, no parece justo llamarle ganador al partido gobernante durante 40 años que tan sólo recuperó unos pocos votos, y perdedor al que con un sólo mandato consiguió mantener el equilibrio. Cuidado con los humos porque nos puede quemar el fuego.
Barreiros es actualmente el municipio mariñano con el estudio de tendencias y comportamientos electorales a nivel local más jugoso para los gustosos del movimiento político: no hubo en estas elecciones ganadores ni perdedores, no hay partido triunfante ni partido derrotado. Y quizás estemos ante el momento de la historia de este Ayuntamiento donde por primera vez en toda la era de la democracia nadie tiene nada ganado ni nada perdido y a la vez todos tienen un poco de todo esto. Todo deben y pueden demostrar por primera vez en igualdad lo que son, lo que hacen y ver, por fin qué es de verdad lo que el pueblo prefiere. Andaremos y veremos.