Hace falta ser muy valiente para dejar atrás una vida y para recorrer cerca de 5.000 kilómetros en busca de un nuevo horizonte de paz acompañada de seis niños y niñas, tres de ellos muy pequeños (de 2, 3 y 4 años).
Esa decisión la adoptó hace unas semanas la mamá ucraniana que el pasado 2 de mayo llegaba a Ribadeo junto a sus hijos. Ella es una valiente heroína. Atrás quedaron días y días de incertidumbre, de miedo y de angustia en el pequeño pueblo de Schors (provincia de Chernigov), en el que residían en Ucrania cerca de las fronteras de Rusia y Bielorrusia.
Se armó de valor y se plantó en Kiev. Desde allí pudo viajar a Cracovia, en Polonia, donde pasó varios días en un campo de refugiados y después en un hotel hasta que pudo desplazarse a Francia y desde allí a Madrid para finalmente recalar en Ribadeo. Todo gracias a la ayuda de una ONG y de una familia ribadense, que les abrió las puertas de su casa.
Atrás queda la pesadilla de la invasión rusa sobre Ucrania, atrás queda también parte de su familia, la hambruna y la pobreza que traerá esta cruel guerra. Por delante tienen un futuro sin ruidos de tanques, de aviones o de bombas, tiempo para compartir con las niñas y los niños ribadenses en la escuela o en el parque, el amor de sus dos familias de Ribadeo, las que desde hace unos años acogían a dos de sus hijas en verano y en Navidad. Y por delante, estoy segura de que tendrán la ayuda y el cariño de las y los ribadenses.
Las guerras no tienen sentido, nunca lo tuvieron y ahora en pleno siglo XXI mucho menos. Que la solidaridad se convierta en nuestra compañera de viaje con los refugiados ucranianos y también con aquellas otras personas que lo puedan necesitar, lleguen de donde lleguen. Hoy por ti y mañana por mí. Heroínas son las familias de Pilar y Valentín, de Beatriz y Jose, al igual que el resto de familias ribadenses acogedoras de niñas y niños ucranianos, que están contando los días para poder abrazar a los que todavía siguen allí, pero les esperan aquí.
Carmen Cruzado (Periodista)