A estas alturas es casi para celebrar que, dos años después de la llegada del covid a nuestras vidas, podamos salir a la calle sin mascarilla. Es una alegría sentir el frío del invierno y el sol en la cara, respirar aire puro y poder decirle adiós a esa sensación de ahogo y fatiga que muchas veces nos ha ocasionado esa compañera de viaje.
Ojalá en un tiempo no muy lejano podamos desprendernos del todo de las mascarillas. De momento toca seguir conviviendo con ellas en diferentes escenarios, dependiendo de lo que las autoridades sanitarias nos vayan indicando.
De todas formas da la sensación de que muy poco a poco vamos volviendo a la normalidad. Si hace dos años nos dicen todo lo que hemos tenido que pasar, que sufrir, que aprender… hasta llegar al día de hoy no daríamos crédito y no seríamos capaces de afrontarlo.
Ojalá en breve podamos abrazarnos y disfrutar como lo hicimos siempre hasta que a mediados de marzo de 2020 el mundo y nuestras vidas dieron un vuelco inesperado.
Es una alegría que el sector más castigado por esta pandemia, la hostelería, pueda volver a trabajar con normalidad, sin límites horarios y que sus clientes podamos acompañarlos de nuevo sin ningún pero. Aún quedan coleando el certificado covid o el número de comensales máximo en interior y en exterior. Todo pasará.
Bendita normalidad ¡cuánto te echamos de menos!