La vida es un lujo y como tal debemos aprovecharla. Es un abrir y cerrar de ojos con momentos de felicidad plena, con vivencias maravillosas y con otras a los que nunca querríamos enfrentarnos: enfermedades graves y la muerte. Y un añadido que nos ha afectado a todas y a todos en los dos últimos años: el covid y las restricciones que ha implicado.
No estamos preparados para decirles adiós a nuestros padres, a nuestra pareja o a una amistad. Es muy duro dejar de recibir caricias, abrazos, consejos, mensajes o llamadas a cualquier hora para saber cómo estás. Es muy difícil acostumbrarse a no escuchar sus voces, a no ver esa sonrisa de satisfacción al abrir la puerta de casa, a no responder desde el coche a ese saludo de hasta la próxima. La vida además de un lujo es un continuo aprendizaje, que nos enseña a levantarnos por dura que haya sido la caída.
Siempre nos quedará lo compartido a lo largo de toda una vida, las risas, las tertulias, los debates, las celebraciones, el amor sin límites… Eso nadie nos lo podrá quitar, ni siquiera este covid que nos está trastocando todo. Por eso, un pequeño consejo: que la pandemia y los contagios no nos impidan estar ni un minuto al lado de las personas a las que amamos, porque hoy estamos aquí, pero quizás mañana no y luego será tarde. Vacunación, cuidado y prudencia sí, pero nada más. No nos privemos de lo realmente hermoso e importante.