Subrayo lo de Zorrilla, porque Don Juan Tenorio no es español. Llegó a España desde otros países de Europa empujado por el huracán del Renacimiento.
Fue en el siglo XVI, cuando el fraile y teólogo, Tirso de Molina, escribió un Don Juan Tenorio, en el que el personaje principal, era echado a las llamas del infierno.
Dos franceses destacados en la historia de la literatura; Juan Bautista Molièr en el siglo XVII y Alejandro Dumas (padre) en el siglo XIX, también compusieron piezas de teatro con el personaje de Don Juan Tenorio, como elemento principal. Tanto Molièr como Dumas, singuen la línea de Tirso de Molina. Don Juan se perpetúa en las llamas del infierno.
¿Por qué siempre nos llegaba cada año por el mes de noviembre, el Don Juan Tenorio de Zorrilla?…¿Por qué a nivel cultural teatral, en España, predominó el Don Juan Tenorio de Zorrillas sobre las otras versiones?…¿Qué diferencia a Zorrilla de Tirso de Molina, Moliér, Dumas y otros ilustres que han escrito sobre el mismo personaje? Pues en mi modesta opinión, sí que existe una diferencia muy importante. Zorrilla no condena a Don Juan Tenorio. Lo salva en el último instante. Es la salvación por amor.
La escena final que nos presenta Zorrilla sobrecoge. Don Juan logra soltarse de la mano del muerto Don Gonzalo, quien lo quiere arrastrar al infierno. Y en su angustia grita: “Yo, ¡Santo Dios!, creo en ti; si es mi maldad inaudita, tú piedad es infinita…Señor ten piedad de mi.”
La maldad humana es inaudita, verdad. La piedad de Dios es infinita, verdad aun más grande, aun cuando tanto a Dios como a Su infinita piedad, esté de moda el negarlo, o al menos ponerlo en duda, por cualquier anticlerical de turno que, en su “progre” y “científico” anticlericalismo, el cual no es más que ese, viejo y ya muy desteñido y rancio anticlericalismo, contra una denominación religiosa muy concreta, y que tratándose de España, suelen referirse la mayoría de las veces, esos anticlericales “progres” de turno, aun cuando en muchas ocasiones no la nombren, sólo contra la propia Iglesia Católico-Romana, confundiendo de esa forma como suele decirse; “el tocino con la velocidad”, ya que tan “progres” ateos; vuelvo a repetir, confunden y identifican en España, siempre o casi siempre a Dios con la Iglesia Romana y su clero, igual que también casi siempre, suelen identificar el cristianismo, única y exclusivamente con la misma Iglesia en España. ¡Lamentable, pero cierto! Y esto es así, porque en realidad tales “progres” anticlericales, suelen de facto ignorar la verdadera Historia del Cristianismo, corriendo pareja toda su cultura religiosa, al catecismo del Padre Astete, y eso creo que como mucho, con una ignorancia más que supina de la realidad socio espiritual tanto en Europa, como en otras partes del mundo, de la cultura cristiana con base escritural, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, al igual que a la Historia genuina del cristianismo, a lo cual algunas veces –más de las debidas- han sido ajenas determinadas tradiciones eclesiásticas imperantes in situ.
Pero volvamos a retomar el tema, y nos percataremos así, de que Zorrilla contrapone el Dios de la misericordia al Dios de la justicia. El Dios del perdón, al Dios de la venganza.
¿Qué no se sostiene lo que he escrito a la luz de las teologías de determinados teólogos, me dirán algunos lectores? De ser así, yo les respondo que ese parecer, son y reflejan la nefasta, y aun por desgracia herencia, muy a pesar de esa apertura, de la cual nos da muestras cada día el actual Papa Francisco, de lo que fue la denominada como Contrarreforma y por ser así, personalmente a mi, me importa un comino, si lo que acabo de escribir, no se ajusta a esas teologías de determinados teólogos muy conocidos, tanto católicos, así como protestantes o de tipo “evangelicales”, y tenidos por popularmente por “ortodoxos”. Y la razón que esgrimo para ello, es porque pese a los siglos transcurridos, en esta España nuestra, “amante de Frascuelo y de María”, y del “vivan las caenas”; por desgracia, en una gran parte del colectivo social, aun continua perviviendo, aquella mentalidad heredada de tradiciones clericales meramente humanas, las cuales en ocasiones, resulta que vienen a chocar frontalmente con el puro Evangelio cristiano, y que se ha venido perpetuando, por estas y otras latitudes, como resultado lógico de lo oficialmente se denominó, como, “Santo Oficio de la Inquisición”, máxime después de ver, de que aun faltan por oírse algunos “mea culpa” por esta y otras latitudes, de la esta piel que es el ruedo ibérico que, a pesar del tiempo transcurrido aun no se han dejado oír, ni entonar, por aquel “Santo Oficio”, ni por determinada “Cruzada de `Liberación”, que han sido y siguen siendo la base para ese tan viejo como español, anticlericalismo de determinados ateos, especialmente de los ateos “progres” de última hora, algunos de ellos con clara y marcadas filiaciones políticas muy concretas.
Es por lo manifestado, de que si de verdad algunos siguen creyendo que lo que he escrito, vuelvo a repetirlo, les parece u opinan que no se sustenta ante esas supuestas “grandes teologías”, a mi no me importa en absoluto, pero nada de nada, y menos a estas alturas de la “peli”. Que me dejen en paz, esos y otros “justos” paladines y heraldos de la ira divina, porque a mi me traen “al pairo”, y como ya he dicho, me importan un comino, las interpretaciones de los ilustres teólogos de turno, tanto del pasado, como del presente, tengan la filiación religiosa y eclesial que tengan. Yo, aquí y ahora, sólo pretendo el realizar esa crítica de actualidad tan necesaria, como urgente, y no el establecer doctrinas y dogmas que en ocasiones han sido de mero corte y de inspiración meramente humana, y sin la menor base en ese cristianismo de Cristo y de su puro Evangelio.
Zorrilla ya advirtió contra esos recelos dogmáticos-teológicos, de moralina desteñida y descafeinada, y por ello, hacia el final de su obra, escribió aquello tan conocido que he citado de: “Sólo en vida más pura, los justos comprenderán, que el amor salvó a Don Juan al pié de la sepultura.”
Eso: Allá lo comprenderemos todo. Allá sabremos quien fue quien en el más acá. Lo sabremos absolutamente todo, porque sabremos incluso si tras sostener una conversación, por ejemplo, con determinados políticos, de esos tan anticlericalistas y populistas, y tras realizar un examen de conciencia, resultará el que podamos estar seguros o no, de no tener ningún remordimiento de conciencia, por habernos parado a oírlos vociferar. Y de ser así, tal vez se nos ilumine la mente, para entender el comentario que en su día hizo, Jesús de Nazaret, referido a una mujer de conducta dudosa, cuando manifestó: “Sus muchos pecados le son perdonados porque amó mucho…” (Evangelio de Lucas 7:47). Eso y en eso consiste la verdadera esencia del cristianismo con base en dicho Evangelio. Eso es realmente el cristianismo de Cristo en su verdadera esencia teológica, y eso nada tiene que ver, ni justifica, algunos de esos anticlericalismos “progres”, tan en boga en la España de ayer y de hoy. Claro que ese amor por supuesto, que salvó al Don Juan Tenorio de nuestro Tirso de Molina, en multitud de ocasiones, poco o nada tienen que ver con esas tan frecuentes teologías denominadas y consideradas como “ortodoxas”, porque esa salvación por pura gracia y por puro amor, es imposible obtenerlo, estoy bien seguro de ello, por medio del “Manifiesto Comunista” de Carlos Marx, ni por medio del “nuevo socialismo bolivariano del siglo XXI”, ni por humanas filosofías de tipo humanista, por más que se empecinen en ello, alguno de los determinados ateos anticlericales de turno, pues por más que algunos se empecinen en lo contrario, sería conveniente manifestar que tal como en su día manifestara el gran teólogo que fue el Dr. José María González Ruiz, en su libro cuyo titulo es: “El cristianismo no es un humanismo”. Pues eso, opino que deberían de tomar buena nota de ello, los “progres” anticlericales de turno, pues el propio titulo de ese libro del que fuera Canónigo de la Catedral de Málaga, así como ilustre teólogo verdaderamente cristiano, es toda una verdad intangible que, ignoran aún a estas alturas del siglo XXI, muchos de tales anticler icales. ¡Lamentable, pero cierto!
15 de noviembre de 2016
Eduardo A. Domínguez Vilar