La democracia es el arte de llegar a acuerdos y si no hay capacidad para ello no falla la democracia sino los incapaces. En España pasamos de una dictadura a una democracia, sobrevivimos a un intento de golpe de estado, hemos asistido a la alternancia de partidos en el Gobierno, y todo ello no siempre con mayoría absoluta. Pero ahora hemos tenido que repetir unas elecciones y creo que debemos reflexionar sobre el actual modelo electoral.
En la frustrada legislatura se nos plantearon algunas fórmulas de gobierno, que acabaron en nada:
La única que se sometió a investidura, PSOE y C’s, ha perdido ahora más de medio millón de votos y 13 escaños.
El llamado gobierno progresista, de PSOE, Podemos y sus confluencias, IU y los partidos nacionalistas, ha perdido casi 1,3 millones de votos y 6 escaños.
Las fuerzas del cambio, PSOE, C’s y Podemos con sus confluencias, tomando los datos de IU, tuvieron un descenso de 1,6 millones de votos y 13 escaños.
Por último la gran coalición entre PP, PSOE y C’s es la única opción que ha subido en votos, 158.000, y 1 escaño. Aunque los datos inducen a error pues, como dije, el binomio PSOE–C’s no ha funcionado, siendo este aumento aplicable únicamente al PP que aumenta en 670.000 votos y consigue 14 escaños más.
Si estas segundas elecciones hubieran sido no una mera repetición sino una segunda vuelta, parecería claro que los electores prefieren un Gobierno en el que esté el PP aunque no está tan claro si en coalición con otros o mediante acuerdos puntuales o de legislatura. Lo que si es cierto es que ninguna de las otras fórmulas propuestas anteriormente ha tenido respaldo popular.
La esencia de la democracia moderna no consiste en trasladarle los problemas a la gente sino en que sean los electores los que eligen en elecciones, obsérvese la redundancia machacona, porque todo ello viene del verbo elegir. Sin embargo nuestros actuales representantes no parecen tener esto claro y ante su incapacidad de llegar a acuerdos, y por lo tanto de ejercer uno de los pilares básicos de la política, intentan trasladarnos sus problemas a nosotros. Pues bien, yo hago una propuesta y es la modificación del actual sistema electoral, convirtiéndolo en uno de doble vuelta, que ya propuse con motivo de las pasadas elecciones municipales y que tendría perfecta cabida también para el resto.
Soy consciente de que no vivimos en un régimen presidencialista sino en una democracia parlamentaria de forma que no son los electores los que eligen al Presidente sino los Diputados. Por lo tanto, en el caso de que en la primera vuelta ninguna formación obtenga la mayoría absoluta se irá a una segunda en la que podrán participar todas las candidaturas que hubiesen obtenido representación en la primera, con la particularidad de que lo que se va a elegir en esta segunda es la forma de gobierno y por lo tanto se podrán presentar o bien en solitario o bien en coalición, de manera que, una vez llegados a pactos o acuerdos que hasta ahora son postelectorales, se conviertan en preelectorales, sometiéndolos al refrendo de las urnas. Y aquella opción que resulte ganadora obtendría la mayoría absoluta mientras que el resto de escaños se redistribuirán entre las distintas fuerzas que hubiesen obtenido representación en la primera vuelta proporcionalmente al resultado que les corresponda por los votos obtenidos en ella, que es la que sirvió para fijar las preferencias del electorado con respecto a cada una de esas listas por separado, no teniendo la obligación de seguir manteniendo la coalición presentada a la segunda ya que esta lo era como opción de gobierno pero no necesariamente de oposición.
Si quieren trasladarnos sus problemas que lo hagan como lo tienen que hacer, vía opción a elegir en elecciones por los electores, insisto en la redundancia, y si no son capaces de plantear una opción que reconozcan su incapacidad y asuman las consecuencias por ello.
Alejandro de Diego Gómez.
Secretario de Administración Local.