El descontento en determinadas parroquias, por más que traten muy diplomáticamente de disimularlo, es no sólo evidente, sino aun cuando pretenda ignorarse oficialmente, pues forman parte de la vox populi.
Algún cura, del que parafraseando al Ingenioso Hidalgo, diré aquello, “de cuyo nombre no quiero acordarme”, para no herir susceptibilidades, y que en este caso concreto llegué a conocer muy recientemente, es quien protagonizó el suceso que pocos conocen, pero sí algunos. El clérigo protagonista en cuestión, ejerce y desempeña un montón de tareas y funciones, pues atiende por lo menos dos parroquias; una de ellas precisamente nada pequeña en número de fieles, y que de forma paralela se desempeña en otras funciones como pudieran ser la de una determinada capellanía, etc., y por si fuera poco, atiende una especie de consulta de tipo naturista, por llamarle de alguna forma. Por ello, he ahí la pregunta: ¿No sería más lógico, más normal y eficaz, el que un sacerdote así, atendiera mejor y más debidamente, su ministerio pastoral de párroco, en vez de dispersarse tanto?… Digo eso porque de proceder de esa forma, mucho más acorde con su ministerio, podría estar al día en determinadas cuestiones, y enterarse de algunas cosas necesarias;
incluso de tipo y de materia doctrinal y pastoral, en lugar de estar y de vivir, pese a su juventud, anclado en Torquemada y la Inquisición. Y también le sería posible, el poder leer al menos por encima, determinados documentos interconfesionales de tipo ecuménico, para que de esa forma, como se suele vulgarmente decir, no meter la pata, tal y como presumo que lo hizo recientemente, y al mismo tiempo, cultivar y practicar un poquito más, algo que se denomina, tanto por esta, como por otras latitudes; educación. Y si me apuran, hasta ser conocedor de un poquito –ya no digo mucho- de protocolo eclesial y buenas formas.
Soy consciente de que las anteriores preguntas, pudieran resultar un poquitin molestas, pero visto lo visto, y vivido lo vivido, estimo que el formularlas, por más que pudieran doler las mismas, es absolutamente necesario hacerlas, para que de una vez por todas, puedan enterarse, aquellos que no quieren darse por enterados, instalados en una prepotencia que no es de recibo, bajo ningún punto de vista, por más que se empecinen en lo contrario.
Y otra pregunta más directa y estrechamente relacionada con la anterior. ¿Es que el Obispo diocesano al que corresponde, ignora esos hechos; o bien es qué no puede, no quiere o no sabe gobernar su diócesis de una forma distinta, más apta y por supuesto más idónea?…
¿No será ya hora, de que incluso hasta el propio Papa Francisco, sea informado, amplia y debidamente, de una forma coherente y objetiva, de lo que viene sucediendo, y ha sucedido con estos casos; todos ellos más puntuales de lo debido, y que tanto daño ocasionan, al perjudicar de facto, al buen testimonio cristiano y entre cristianos, precisamente en estos tiempos que corren, en esta España nuestra, “amante de Frascuelo y de María”, en la cual se puede decir precisamente aquello de que, “no está el horno para bollos”?…
27 de abril de 2015
Gaviota de Ultramar