Siempre pusimos en duda su aplicación, tanto por las características del barco, como por la dificultad y coste que suponía el adaptarlo para esa función.
La adaptación de la embarcación, el dotarla de la tripulación necesaria, el personal capacitado para la divulgación del conocimiento del medio, los seguros, el consumo y el consiguiente mantenimiento, no llegaron a valorarse por los actores que decidieron esta adquisición, ello sin evaluar la idoneidad de este buque para la finalidad que se pretendía, idoneidad que el más profano sabía que no se cumplía.
Como era de esperar y así ocurrió, ni sirvió La Pomba, ni se tramitó la autorización para navegar, ni se tramitó su desguace, ni se autorizó su hundimiento ni nada de nada, incluso el abandono más absoluto sumió a los promotores de tal desaguisado que dejaron que el motor semi-nuevo se arruinara y que la embarcación quedase totalmente inutilizada para cualquier finalidad.
Estos hechos ya de por si criticables y censurables serían un simple sainete y no de Arniches o de los Alvarez Quintero, sino fuese el gasto que supuso a las arcas municipales y lo que es peor sigue suponiendo en la actualidad sin que ningún miembro del gobierno municipal del PSOE ni sus socios del BNG, sean capaces de darle solución y finalizar este proceso y su continúa sangría.
El PP ya denunció los gastos que la situación de La Pomba supone para el ayuntamiento, gastos que rondan los 6000€ anuales, gastos que ahora se ven incrementados debido a que dadas las precarias condiciones de la embarcación y para evitar su hundimiento, hubo que proporcionar unas bombas de achique, lo que origina un consumo eléctrico, que incrementa aún más el presupuesto de este disparate.
Y lo peor es que a pesar de las múltiples advertencias de esta situación los responsables municipales no adoptan ninguna solución que acabe con este derroche, que es como tirar el dinero por una alcantarilla.
Confiemos que el barco no se hunda, que procedan a su inmediato desguace y que termine de una vez por todas la sangría económica que este dislate supone para las arcas municipales.
Viveiro, a 28 de diciembre.
César Aja Mariño