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De la ilusión a la desesperación

Juan J. Rivas.- De la ilusión a la desesperación fue lo vivido ayer domingo por muchos niños en la IV Regata de la III Copa Diputación de Piragüismo disputada en aguas de Viveiro (Lugo).

Vaya por delante que no me mueve nada personal en el asunto; simplemente me da la sensación que a veces nos toman el pelo de mala manera y que piensan que los aficionados comulgamos con ruedas de molino. Pues nada más lejos de la realidad y como muestra un botón con lo sucedido ayer en Viveiro.

El éxito de participación en la regata, tal y como lo reflejan los distintos medios de comunicación, fue absoluto. Los seis clubes participantes acudieron puntualmente a la cita. El campo de regatas se estableció como viene siendo habitual, con la salida a la altura de las gradas del campo de futbol, una ciaboga ría arriba antes del Puente de la Misericordia y la otra ciaboga a la altura del final del espigón del puerto deportivo conformando un recorrido de aproximadamente 1500 metros.

Y ayer domingo también la naturaleza quiso establecer sus dos ciabogas particulares que afectaron decisivamente sobre los palistas más pequeños: por un lado una fuerte brisa de 10 nudos del 30º y por otro una marea entrante con un coeficiente de 76 (alto). Estos dos elementos fueron de especial importancia en la ciaboga del espigón del puerto deportivo por ser la zona directamente más expuesta ya que a los efectos del viento sobre los palistas y sobre la “obra muerta” de las piraguas se añadía la importante fuerza de arrastre de la marea “entrante” que, dado su alto coeficiente, se podría estimar en unos 3 nudos aproximadamente.

Hay decisiones que adoptan los jueces que no se entienden, o que al menos, la mayoría de los aficionados no entendemos. Hace dos años, en este mismo campo de regatas, se dio una situación similar a la vivida ayer domingo: fuerte brisa del nordeste con una “marea vaciante” bastante rápida. La consecuencia directa fue una caótica primera regata de benjamines y alevines, con piraguas cruzadas, colisiones y una manifiesta imposibilidad de hacer una salida en condiciones. No obstante, a los jueces les entro el juicio y decidieron enmendar un poco el fiasco cambiando el sentido de la salida para poder disputar esta primera prueba de la regata.

¿Y a qué viene este comentario? Bueno, pues viene a que, como hace dos años, ayer la situación se volvió a repetir. Los mismos barcos, las mismas edades de los palistas y las mismas condiciones en el campo de regatas. Pero esta vez los jueces optaron por no hacer nada, aunque veían perfectamente que las condiciones no eran las óptimas para los más pequeños. ¿Tomaron alguna decisión al respecto? No, siguieron adelante con sus planes…. y una regata que debería de salir a las 17:00 y rematar a las 17:15 aproximadamente, remató casi media hora más tarde debido a la imposibilidad de mantener una línea con los palistas sufriendo para mantenerse “a flote”.

Pero el desfase horario es lo de menos. Lo importante fue lo sucedido con los benjamines y alevines en la ciaboga de la punta del espigón del puerto deportivo. Tal y como se podía prever, a esta ciaboga los palistas llegaron en grupos remontando la corriente, siendo tal la fuerza del agua y la brisa del nordés que provocó un auténtico caos en esa zona. La primera de las boyas, situada cerca del espigón, la rebasaron todos con más o menos dificultad, pero la segunda, situada casi en el centro del canal, fue una batalla contra lo imposible, una lucha sin igual entre la fuerza de la naturaleza y la fuerza de los palistas, donde la suerte ayudó a pasar a algunos y la desgracia hizo que otros no la pasaran. Los niños pequeños, aunque sea un tópico, siempre dicen la verdad y estoy seguro de que si hablamos con estos avezados y jovencitos palistas de entre 7 y 11 años y les preguntamos si querían saltarse la boya, la repuesta sería unánime: “No, la corriente me llevaba la piragua” (por lo menos eso fue lo que a mí personalmente me respondieron varios de los afectados de distintos clubes).

La decisión oficial tomada por los jueces fue, reglamento en mano todo hay que decirlo, la descalificación de todo aquel palista que se saltó alguna boya. Las consideraciones sobre edades de los palistas, situación del campo de regatas, antecedentes, etc. no las valoraron ni las tuvieron en cuenta. Solo reglamento, puro y duro.

A la vista de lo sucedido y de los resultados publicados por los jueces, y sin entrar en los errores garrafales sobre bailes de posiciones de algunos palistas tales como estar en podio y dejar de estarlo, chavales primero calificados y después descalificados e incluso el error descomunal en el podio final por clubes otorgando la primera plaza a quien no correspondía, (sin ningún tipo de explicación oficial) hay preguntas que nunca nos deberíamos de hacer pero que, por desgracia, hoy toca hacerlas. Un inciso…. Al mismo tiempo que escribo este texto están, después de 20 horas, modificando de nuevo la clasificación general llevando ya ahora mismo 3 clasificaciones de clubes distintas ¿Cuál será la buena?

La primera pregunta que me hago es vital para entender lo sucedido, ya que de los tres años de vida de esta Copa Diputación, ¿por qué solo ayer hubo tantos descalificados y en el resto de regatas disputadas con anterioridad, 15 en los tres años, no sucedió nada parecido?

¿Se pusieron ayer todos los palistas de acuerdo para saltarse una de las boyas de la ciaboga?

¿Quién nos asegura que los palistas descalificados fueron realmente los que no pasaron la boya?

¿Quedarían más palistas sin pasar la boya que no los viera el juez de la ciaboga y, por tanto, que no fueran descalificados?

¿El juez de la ciaboga seguiría un serio proceso de observación, confirmación y anotación de los que se saltaron la boya, o por el contrario, simplemente se guiaría por una visual rápida y una anotación rápida y dudosa?

Sin dudar de la agudeza visual y de la capacidad de retención mental numérica del juez de la ciaboga, ver varios números de 15 cm de alto y 2 cm de espesor a una distancia a tierra de aproximadamente 50 metros, en la peor posición que puede tener un juez (es decir, de frente al palista) mientras pasan los piragüistas se me antoja una tarea harto difícil para hacerlo en perfectas condiciones de seguridad y certeza. Por tanto, ¿podría ser que anotara dorsales sin una confirmación clara y concreta?

Cabe la posibilidad, entonces, de que ¿lo que el juez de ciaboga dijo que vio pudiera no ser todo lo que sucedió?

¿Será casualidad o existe algo más para que la inmensa mayoría de los dorsales anotados como descalificados sean solo de algunos clubes en concreto?

¿Por qué en la regata de benjamines solo había un juez en la ciaboga y en las sucesivas y posteriores regatas había ya dos jueces y preparados con prismáticos?

¿Acaso los clubes tendrán que poner videos en las ciabogas para futuras reclamaciones ya que es la única forma de recurrir la decisión de los jueces?

A la vista de estas decisiones, ¿serán los jueces tan imparciales como deberían de ser o tienen predilección a la hora de tomar decisiones y favorecer a algún club en concreto?

¿Dónde está el espíritu de la “promoción” del piragüismo?

Qué es más importante: ¿el reglamento o la persona?

Cada uno puede sacar sus propias conclusiones y respuestas. Yo, personalmente, tengo las mias que seguramente no se parecerán en nada a lo que digan o puedan decir los jueces y demás organismos que intervinieron en lo sucedido. Por eso, para mí el crédito de los jueces queda en entredicho, así como el de quien los dirige y les conmina a tomar decisiones “reglamento en mano”. Para jueces, delegados y aficionados debería de tener más valor la felicidad de un niño de 7, 8, 9 o 10 años por acabar una regata que las lágrimas en sus ojos al saber que los jueces lo descalificaron por no pasar una boya.

Y este axioma tan importante se debería tener siempre presente cuando estamos juzgando, educando y enseñando valores de compañerismo, ayuda, solidaridad, esfuerzo, a estos niños en sus comienzos en este deporte. El paso de la ilusión a la desesperación por culpa de una mala decisión sin escuchar al sentido común no se debiera de haber tomado nunca por el bien del deporte y, sobre todo, por el bien de los niños, beneficiarios, a la postre, de todas las horas que les dedicamos, padres, entrenadores, árbitros, jueces y delegados.

Juan J. Rivas
El blog de Thornado

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