Eduardo A. Domínguez Vilar.- La gran mayoría de españolitos de a pié -entre los que me incluyo-, ante la crisis y los escandalosos hechos de corrupción habidos tanto en el pasado reciente, como los descubiertos más recientemente, ha llegado a la muy lógica conclusión, de que en esta España nuestra, “amante de Frascuelo y de María”, hemos llegado a una situación tal, de que “ya no hay pan para tanto chorizo”. Así de claro se denuncia más y más cada día, en esta democracia que de facto ya no lo es tal, puesto que a día de hoy, se asemeja por su estilo y panorama, a una especie de república patatera, aun cuando a nivel de jefatura de estado, se tenga un rey.
Hoy, desde la Casa Real, con el caso Undargarin y Diego Torres, pasando por el conjunto de partidos y sindicatos implicados en el asunto de Bankia, donde enormes sumas de dinero fueron a parar a lugares casi inalcanzables, en lugar al que tendría que ser su destino original y legal. Lo que resalta y es muy curioso, es que el asunto de Bankia, fue denunciado y llevado ante los tribunales, por el único partido político que no estaba dentro de la entidad bancaria referida, y que por ello está al margen de sospechas, ya que quedó libre de cualquier tipo de tentación por el siguiente hecho: UP y D, estaba fuera de Bankia.
Ante tanta corrupción y corruptelas; ¿qué hacemos?…Yo creo que deberíamos de mirar hacia otros países, tanto de la Unión Europea, como de fuera sus fronteras, para analizar así como funcionan sus respectivas sociedades, y de hacerlo, nos encontraríamos que esas sociedades que parecen vacunadas contra la corrupción (de cultura protestante, todo hay que decirlo); la vacuna referida consiste en tener un equilibro de poderes. Poderes independientes que pueden controlarse unos a otros, con lo cual se asegura que nadie tiene la capacidad para llegar a ejercer una tiranía moral y social, sea cual sea el partido o la institución que represente, incluidos la de los poderes más o menos fácticos de las religiones y de sus líderes, bien sean Sínodos Protestantes o Conferencias Episcopales Católicas.
Lo anterior es un hecho en los países de cultura protestante, ya que por su misma ética social, la corrupción es algo repugnante y execrable que si se produce, merece no sólo la condena unánime ciudadana, sino que esta va acompañada siempre en todos los casos con la dimisión del político o banquero corrupto, acompañada de fuertes penas de castigo, como así ha sido con el responsable del Lehman Brother en los EE.UU. Condenado a cadena perpetua y al embargo total de su fortuna, o en el caso del expresidente de la República Alemana, Christian Wulf que se vio obligado a dimir, por haberse comprobado, de que se le concedió un crédito en unas condiciones ventajosas, pero un crédito que al fin de cuentas, tenía que devolver y paga en su totalidad, pues no se lo regalaron, así como por haber disfrutado de unas vacaciones que le pagaron un grupo de empresarios alemanes. También en Alemania, la ya exministra de Educación, Annet Schava, tuvo que dimitir por haberse descubierto que en su juventud cuando tenía 25 años, copió algunas líneas de su tesis doctoral y poco antes de este suceso, el igualmente ya exministro de Defensa, Karl Theodor de 39 años, debido a un suceso similar de haber copiado y supuestamente plagiado algunos párrafos en unas pocas páginas de su tesis doctoral de 445 páginas, y demás él mismo se vio abocado a renunciar a su título de Doctor en Derecho. ¿Se imaginan los lectores de que en España, eso fuera motivo para tener que dimitir? Ni por asomo. Los casos referidos, resultan meras nimiedades, por ejemplo ante el caso de la ministra Ana Mato, y ya no digamos si lo comparamos con lo de Bárcenas, etc. En España, ningún político hasta la fecha, presentaría la dimisión por tales cuestiones que, a lo sumo podrían considerarse como niñerías sin más. Aquí en España, algunos cargos políticos pasados y actuales, dieron a conocer publicaron datos de sus respectivos curriculums vitae, arrogándose titulaciones que jamás habían poseído, y a pesar de ser descubiertos, ni presentaron su dimisión, ni dieron la menor explicación, ni muchos menos dimitieron de sus cargos. Estos son sólo unos pocos ejemplos de los valores ético-sociales y morales que marcan y denotan la abismal diferencia existente, entre los países citados y España, donde los banqueros corruptos si son condenados, luego se les indulta, y donde los políticos corruptos no dimiten, ni mucho menos entran en la cárcel.
En España jamás ha existido en absoluto ese equilibrio, que he mencionado, entre los poderes, organismos, instituciones del Estado, etc. como ocurre en los países que puse como ejemplo: EE.UU. y Alemania, donde impera socialmente una ética tradicional protestante, y además se da la circunstancia añadida, de que en España, la Justicia ha sido siempre el títere de los partidos políticos. Si nos referimos al caso Gürtel, y traemos a la memoria al ahora ex-juez Baltasar Garzón, creo que resulta cuanto menos, algo evidente lo que manifiesto sobre el particular, aun cuando algunos se rasguen sus vestiduras y se puedan escandalizar por ello; pero esa y no otra es la realidad, hoy, aquí y ahora en España. Y lo siento mucho, si algunos se rasgan las vestiduras por lo que manifiesta éste viejo Obispo Protestante; si bien aclaro que con ello no pretendo negar en absoluto, la gran y meritoria labor de la inmensa mayoría, de nuestros magistrados y jueces, que son ejemplo notorio de servidores de la Justicia que, de día a día vienen “dando el callo” con eficacia, aun a pesar, de que su tan eficiente labor y trabajo, en muchas ocasiones –más de las debidas- llega a ser inoperante y casi de fruto estéril en la praxis diaria, por obra y gracia a esa multitud indultos que los gobernantes de turno, sean estos del signo que sean, conceden graciosamente, con una proverbial improcedencia que escandaliza a todo el mundo, y que pese a ello, con lo vienen haciendo con alardes de prepotencia que raya en ocasiones con la chulería, de quien se burla impunemente de la sociedad encumbrado en su cargo, por más que se alegue que al hacerlo no infringen ninguna Ley, puesto que una mayoría de tales indultos constituyen, pese a su legalidad, un verdadero insulto a la Justicia.
El actual caso Bárcenas, es un ejemplo de todo lo referido. Los partidos políticos, cual especie de lentos dinosaurios, todos ellos preñados hasta la saciedad de una opacidad casi insultante, aun cuando nos digan y pretendan lo contrario, han iniciado un curioso avance con pies de plomo, junto con la amenaza de maratones largos y casi siempre interminables de investigaciones y auditorías que al final terminan en “na de na”. Pero la realidad, es que han bastado solamente dos publicaciones de supuestas infiltraciones de datos en dos medios de prensa, como lo son, “El Mundo” y “El País”, para que estalle el escándalo, no sólo a nivel nacional, sino también internacional, y la ingente publicación en medios extranjeros, son buena evidencia de que la cuestión de la corrupción a la que nos referimos, no es un asunto baladí que pudiera quedar en meras “aguas de borraja”, hasta el punto de que el propio embajador de los EE.UU. en España, públicamente ha instado al presidente del ejecutivo, a que salte al ruedo ante lo que parece avecinarse, lo que han pasado por alto algunos, creo que un tanto indebidamente, ya que a nivel internacional, las manifestaciones públicas de todo un señor embajador de EE.UU., realizadas precisamente en el mismo país donde ha sucedido el fraude de corrupción, significa mucho de cara al exterior a todos los niveles, por lo que es motivo suficiente para no ser obviado.
Y que nadie pretenda ver en el presente comentario, el ánimo de querer hacer política partidista, pues lejos está de mi tal cosa. El también reciente escándalo de la Fundación Ideas del PSOE, es casi el punto y seguido de un mismo estilo de corrupción, aun cuando varíe enormemente la cuantía, ya que sin duda alguna, la diferencia entre treinta mil euros y la de veintidós millones de euros, es enorme; tengamos presente que no fue así en el caso de la Junta de Andalucía, donde gobernaba el mismo partido político, al que pertenece la citada Fundación, y donde la cifra de lo defraudado por el caso del “ERE gate”, también conocido como el caso del “fondo de reptiles”, es de carácter descomunal olímpico, y queda a distancia sideral de las sumas de otras cantidades defraudadas, en otros casos de corrupción descubiertos hasta la fecha; de ahí que los actuales dirigentes del PSOE desde la oposición, por más que lo intenten, carecen de legitimidad ética política para reclamar a sus adversarios del PP, dado que de los aproximadamente 700 casos de corrupción que actualmente están en los tribunales, aun cuando por un estrecho margen, el listado de corrupciones imputadas al PSOE, es un poquito más numerosa que la de sus adversarios políticos; de ahí que la posición de credibilidad y legitimidad de los actuales líderes del PSOE, ante la corrupción, podría resumirse en lo del viejo refrán: “Le dijo la sartén al cazo: apártate que me tiznas” . Y no valen ya esas negativas de soy o somos inocentes, porque la presunción de inocencia a nadie le ha sido negada, pero ante tanta inocencia, se alza la realidad que nos informa, de que después de Grecia, España es el país donde más corrupción existe de toda la Unión Europea. Eso es lo que hay, y todo lo demás, son meras cortinas de humo, por ello a estas alturas, ponerse a prometer políticas de regeneración, constituyen un brindis al sol, puesto que, “a buena horas mangas verdes” ante el estado de un mal tan avanzado, como lo es la corrupción hoy en España, resultarían estériles dichas políticas, y sólo mediante una intervención quirúrgica de amputación radical de los corruptos, hecha sin demora, puede atajar el mal, al tiempo que se convertiría también, en vacuna preventiva.
Y así podríamos seguir con el caso de algún o algunos ayuntamientos, vinculados con la mafia rusa en Cataluña, y un largo etcétera. Es decir, ha llegado el momento, como ya manifesté al comienzo de este artículo, de que hoy, aquí y ahora, “ya no queda pan para tanto chorizo”. Y con la que se puede avecinar, como reza el refrán popular; “Dios nos coja confesados”, porque habrá que hacer algo con la actual democracia coja a la española que, en la práctica nos está resultando a todas luces, ya totalmente intolerable, cuando no del todo inviable, al tiempo que inasumible, al estar resultando nefasta para la mayoría de la ciudadanía. Una nueva transición está ya clamando al cielo.
Eduardo A. Domínguez Vilar