¿TIENEN SENTIDO LAS DIPUTACIONES?
Una de las obsesiones del nacionalismo gallego fue, sin duda, la pretensión de suprimir las Diputaciones Provinciales. Hay que decir que es una obsesión que durante muchos años han mantenido y defendido con rigor. Los planteamientos de los nacionalistas cambiaron radicalmente una vez alcanzado el cogobierno en la Diputaciones de A Coruña y más tarde en la de Lugo, para las cuales fue preciso un pacto de gobierno, recordemos que: tanto en La Coruña el Sr. Fernández Moreda, como en Lugo el Sr. López Besteiro, gobernaron, Lugo aun gobierna, el ente provincial gracias a los apoyos del BNG. Ahora ya cambiaron el discurso y dicen que de momento, son necesarias ya que, en Galicia, hay muchos Ayuntamientos con pocos recursos económicos.
En realidad las Diputaciones permanecen con pocas competencias pero infladas de personal y presupuesto para seguir siendo reductos de caciquismo, clientelismo y amiguismo… en muchas, son públicas las críticas, el gobierno de turno con su presidente al frente, reparte premios y recompensas entre sus fieles y se despreocupa de los que no interesan políticamente. Pero curiosamente ninguno de los dos partidos mayoritarios quiere perderse ese “chollo”. Nunca logré entender la función de las Diputaciones provinciales una vez restablecido un sistema democrático y desarrollado el Estado de las Autonomías. Fue para mí un debate constante y, aunque siempre perdido, no me doy por vencido y, a día de hoy, me sigo preguntando: ¿Valen para algo las Diputaciones? La respuesta tardó en llegar, sin embargo, ahora ya la tengo y trataré de exponerla de seguido: entiendo que son un organismo de muchos al servicio de unos pocos, entiendo que, gobierne quien gobierne — PP – PSOE/BNG — no existe diferencia de criterios para el caciquismo, el clientelismo, servidumbre de los suyos y pago de favores a aquellos alcaldes que son obedientes y promulgan todo aquello que les ordenan. También valen para colocar a todos aquellos políticos —fieles servidores del mayor cacique— que, por diversas razones, quedaron sin un acta o sin un “chollo” político en la administración por aquello de: quítate tú que me pongo yo. Y, lógicamente, también valen para hacer planes especiales de empleo a dos meses de las elecciones municipales. En definitiva, las Diputaciones fueron y siguen siendo el mayor criadero de presuntas corruptelas, política de amiguismo y, sin lugar a dudas, una máquina; una máquina electoral.
Jesús Placido Iglesias Uz